Es normal sentirse agobiado y triste en ciertas ocasiones, pero si esto se perpetúa es importante hablar del tema, buscar ayuda y hacer algunos ajustes en su vida.
En el mundo, aproximadamente 350 millones de personas sufren de depresión, señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Colombia, según datos del Ministerio de Salud y Protección Social, serían dos millones de personas con depresión.
Se trata de un trastorno mental frecuente, que se caracteriza porque hay tristeza, pérdida de interés o placer por cosas que antes estusiasmaban, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración en las actividades cotidianas.
La sola tristeza no basta para hacer un diagnóstico de depresión, primero que todo, porque en “algún momento todos podemos estar tristes. La depresión va más allá y requiere que algunos de estos síntomas estén presentes por lo menos durante dos semanas, generando una limitación en lo social, laboral, familiar y personal”, explica Andrea Otero, médico psiquiatra, vicepresidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría (ACP).
Claramente, se trata de una enfermedad que no está relacionada con la debilidad de carácter ni es un invento para llamar la atención, ni es para avergonzarse. Está “biológicamente determinada, con unos síntomas y unas características específicas; puede prevenirse y tratarse cuando se presenta”, señala Marcela Alzate, médico psiquiatra, directora del Comité Científico y miembro de la Junta Directiva de la ACP.
Lamentablemente, sobre esta y otras enfermedades de salud mental se tiene la concepción de que es algo que se debe minimizar, ocultar y esconder, es decir, hay un estigma frente a ellas, muchos tabúes y gran desinformación. Por ello, la ACP acaba de lanzar su estrategia ‘Caja de herramientas para el manejo de la depresión’, con el fin de facilitar el entendimiento de la depresión como enfermedad, a través de material psicoeducativo e interactivo.
Enfatiza José Manuel Santacruz Escudero, presidente de la ACP, profesor de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana y psiquiatra del Hospital Universitario San Ignacio, que este es “un trastorno mental distinto a la tristeza y a las variaciones deseables del estado de ánimo, y puede llegar a cualquiera de nosotros: niños, jóvenes o adultos, con unas manifestaciones diferentes a lo largo de la vida, como también un tipo de respuesta a los tratamientos distinta a medida que transcurren los ciclos de vida”.
Por ejemplo, a partir de su experiencia, resalta que “en adultos mayores, los síntomas esperados no siempre son los mismos. Algunos de ellos son personas vulnerables, expuestas a situaciones adversas que facilitan la aparición de síntomas y trastornos depresivos”.
Como resultado, pueden rechazar los alimentos, sentirse fatigados, con pérdida de energía y sin ganas de hacer las cosas, y esto puede convertirse en un mayor problema cuando se relacionan esas señales como algo propio de la vejez, es decir, cuando hay un estigma hacia el envejecimiento, y nadie se percata de que puede haber un problema depresivo que requiere atención, cuidados e incluso tratamiento médico.
Para los expertos de la ACP es fundamental, y es tarea de todos, observar a las personas a nuestro alrededor; atender algunas señales, signos y síntomas; entender la salud como un todo, como un estado dinámico y no como algo fragmentado en donde la salud física va por un lado y la mental por otro.
Por eso, recalcan que cuando notemos que un amigo, familiar, compañero de estudio o de trabajo presente cambios en el estado de ánimo, se exprese de forma diferente o se aísle, tratemos de acercarnos, de hacerle ver que cuenta con nosotros, que podemos acompañarlo en el proceso, y lo invitemos a buscar ayuda profesional.
Hora de pedir ayuda
La tristeza es una emoción normal y tiene que ser equivalente a alguna causa: está triste porque tuvo una pérdida, se enfermó, tuvo un fracaso económico, se divorció. Pero, cuando se hace permanente y se acompaña de aislamiento, de dejar de hacer las cosas que normalmente hacía, no se va recomponiendo con los días y hay alertas de amenazas a la vida, a la propia identidad y a la existencia, es importante consultar.
La idea es evitar que se cronifique e impacte la vida familiar y la capacidad para trabajar, estudiar o socializar, y para ello resulta fundamental recibir un diagnóstico adecuado y oportuno, así como el tratamiento para su caso particular.
Al cumplir sus 60 años, la Asociación Colombiana de Psiquiatría institucionalizó el 30 de abril como Día Nacional del Psiquiatra en Colombia, organizó un Simposio Regional sobre Depresión, para capacitar a los médicos, y presentó la ‘Caja de herramientas para el manejo de la depresión’.
No siempre se requiere la intervención de medicamentos; “hay posibilidades de apoyo terapéutico y psicoterapéutico, que son muy efectivas; puede haber intervenciones grupales o terapias individuales, dependiendo de las características de la depresión que tenga la persona”, señala el doctor Santacruz.
La actividad física también ha demostrado ser terapéutica para la depresión, y hace parte de lo que la doctora Alzate llama factores protectores, relacionados esencialmente con los hábitos de vida saludable, incluido el sueño adecuado, la alimentación balanceada, la espiritualidad y tener una familia que nos apoye.
En la contraparte están los factores no protectores, como el abuso del alcohol, el consumo de sustancias psicoactivas, los entornos familiares no saludables y ambientes poco estimulantes.
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1 comment
A veces siento una gran depresión pero no sé si consultar. Esa parte como que no me animo. He leído con detenimiento el tema. Gracias por ilustrarnos.