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Los verdaderos peligros de automedicarse

by Ser saludables
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Los peligros de automedicarse

Se pone en riesgo la salud y la vida con este hábito irresponsable y de excusa para tratar de aliviar todo lo que se siente y no se siente.

doctor Andrés M. Pérez-Acosta, PhD., profesor titular del Programa de Psicología, de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario

Dr. Andrés Pérez Acosta PhD.,

La automedicación es “un comportamiento individual de consumo, consistente en la autoadministración, o administración a otros individuos, de medicamentos (en el más amplio espectro incluyendo productos naturales) por fuera de la prescripción, o alterando la prescripción, con la función original de autocuidado de la salud u otras diferentes como el aumento del rendimiento físico o cognitivo (dopaje), el uso recreativo, el uso cosmético, terminación de la vida, entre otros, aprovechando siempre sus principios activos farmacológicos”, señala la definición del Observatorio del Comportamiento de Automedicación, de la Universidad del Rosario.

Sobre este tema hablamos con el doctor Andrés M. Pérez-Acosta, PhD., profesor titular del Programa de Psicología, de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario y responsable del Observatorio del Comportamiento de Automedicación:

Doctor Pérez,

¿cuéntenos, cuáles son las costumbres más frecuentes frente al tema de la automedicación, detectados desde el Observatorio?

Hemos visto que la automedicación irresponsable es un comportamiento riesgoso no solo motivado por el autocuidado de la salud, sino que tiene cada vez motivos distintos, que están acelerando su incremento.

 

Esos motivos son de gran interés para el Observatorio. Por ejemplo, el uso de medicamentos como dopaje físico o cognitivo; el recreativo, muchas veces como una forma evasiva de la realidad; el uso en las farmacofiestas juveniles; usos relacionados con la cosmética, para alterar la imagen corporal, sea para reducción de peso o para mantener una imagen en el medio artístico o el modelaje.

También, este momento estamos con una colega, experta en psicología jurídica y forense, explorando los usos criminales, sea para  consumo propio o para reducir a las víctimas. El motivo cambia a pesar de que el mecanismo farmacológico es el mismo. También está todo lo relacionado con la terminación de la vida: aborto, suicidio, eutanasia.

Encontramos un mapa de usos y motivaciones cada vez más amplio y  complejo que, para ser intervenido, requiere una combinación de estrategias desde diferentes frentes, desde el Estado, desde los usuarios, desde la industria farmacéutica, desde la academia.

¿En este año de la pandemia, aumentó esta problemática?

automedicación para enfrentar las consecuencias del confinamiento

En este último año hemos tenido muchísima actividad como Observatorio, y hemos registrado un aumento significativo de diferentes formas de automedicación, en un doble sentido, asociado a la pandemia; por un lado, enfrentando la enfermedad como tal, sobre todo con remedios que se ‘se dan por redes sociales’, sin estudios clínicos que los respalden y cuando es una realidad que hasta el momento no existe cura ni medicinas aprobadas contra la COVID-19.

Por otro lado, también hay un aumento importante de la automedicación para enfrentar las consecuencias del confinamiento en lo que hace referencia a su impacto en la salud mental; entonces, vemos otras formas de automedicación para tratar la ansiedad, el estrés, la angustia. Por eso, en la página web del Observatorio (https://www.urosario.edu.co/Observatorio-del-Comportamiento-de-Automedicacion/Inicio/) creamos una sección titulada ‘Aportes en relación con la pandemia COVID-19’, en la que incluimos análisis, opiniones frente a temas relacionados, conclusiones de eventos cientificos, participaciones en webinars y pronunciamientos a la opinión pública.

¿Permanentemente hacen estos seguimientos?

Sí. Nuestra misión se refiere al comportamiento de automedicación en general, no solo en COVID-19, sino en cuanto a otros temas relacionados a este fenómeno que tiene una doble faceta. Es un comportamiento que puede ser bueno hasta cierto punto (automedicación responsable), una salida que puede tener una persona eventualmente si no tiene acceso a salud o si por alguna razón tiene dificultades de acceso a un médico; pero, en general, nosotros vemos con preocupación cada vez más este fenómeno desde el punto de vista de un comportamiento irresponsable, que tiene sus riesgos.

¿De qué riesgos estamos hablando?

Cualquier medicamento se trata de una sustancia que no es inocua al cuerpo, y el uso crónico, no tanto el agudo, a menos que sea una sustancia muy fuerte, empieza a ser más riesgoso con el paso del tiempo. Por ejemplo, medicamentos que se consideran seguros como el ibuprofeno (antiinflamatorio), que lo hemos consumido muchas veces para combatir el dolor, la inflamación de diferentes orígenes, con un uso inapropiado puede tener consecuencias renales y cardiacas.

Ocurre también con los opioides. Hay un abuso crónico en algunos países lo que ha generado tasas de mortalidad aceleradas. El año pasado impartí unas conferencias en Costa Rica y estuve revisando datos impresionantes sobre el abuso de medicamentos que, originalmente son para manejo del dolor, pero que son altísimamente adictivos y la gente termina muriendo por sobredosis.

Otra consecuencia global del abuso de los medicamentos en diferentes ámbitos, como en la reproducción animal y en automedicación humana, es el abuso y mal uso de los antibióticos, que ha contribuido, sin duda, a la resistencia microbiana, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo tiene claro desde 2014, manifestándose públicamente con respecto a este tema, y por eso debemos por todos los medios promover el uso adecuado de antibióticos; sin embargo, durante la pandemia, parte de los medicamentos que se han promocionado en esta infodemia han sido los antibióticos, infortunadamente.

El Observatorio del Comportamiento de Automedicación fue creado en 2014 y comenzó a funcionar en 2016, en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario. Sus propósitos son la definición, clasificación, medición, explicación, divulgación e intervención del comportamiento de automedicación, con base en la evidencia científica más reciente.

¿Qué proponen desde el Observatorio, para solucionar esta problemática?

Nosotros hacemos mediciones puntuales, especialmente en el contexto de investigación científica, en psicología de la salud, en farmacología. Nuestro equipo es interdisciplinario, tenemos psicólogos, médicos, terapeutas ocupacionales, en un ámbito académico, porque nos interesa entender por qué la gente consume medicamentos, qué motivos tiene y por qué abusa de los medicamentos, para poder entender bien el fenómeno.

El consenso que hemos tenido en diferentes espacios de encuentro, en conversatorios, con personas expertas en este tema, en diferentes ámbitos como la academia, el Estado, los usuarios y representantes de la industria farmacéutica, es que la educación de la población para el consumo de medicamentos, por todos los medios que sea posible, es determinante. Debe educarse con respecto a lo que es un medicamento y qué efectos tiene, para que no caigan en la banalización; para entender al medicamento hay que tenerle respeto, usarlo para lo que es, en la dosis indicada y de la forma sugerida.

Los cuadros de intoxicación y muerte vienen por un desconocimiento o por mitos relacionados con los medicamentos y se necesita mucha educación.  

automedicaciónA nivel mundial hay debates frente a este tema, e incluso se habla de automedicación responsable. ¿Es esto posible?

Hay una cosa importante y es que el comportamiento de automedicación existía antes de que existieran los seres humanos, en otras especies; es decir, es un comportamiento que existe en la naturaleza y probablemente como especie tengamos tendencias naturales a hacerlo.

¿Cuáles son esos medicamentos de la naturaleza?

Son sustancias farmacológicas que están en las plantas (sus hojas, tallos, raíces), la tierra misma y en temas tan exóticos como las heces fecales de otros; incluso, la farmacognosia humana se ha valido de eso, los medicamentos que tomamos tienen sustancias activas que originalmente están en la naturaleza, en las plantas; otra cosa es que se sinteticen químicamente, pero el origen está en la naturaleza, y de allí deriva en los antecedentes culturales, en el conocimiento de las abuelas, tan ancestral.

Entonces, lo que quiero decir con esto es que muchas veces el comportamiento que nosotros queremos reprimir o llevar a cero es imposible, es como decirle a alguien no coma, no duerma, no tenga sexo. Es imposible; se trata de algo que está en nosotros; lo que toca es modificarlo, para hacerlo mejor, más responsable.

Hacer intervenciones como las que se hacían ingenuamente hace unos años, donde los médicos le decían a la gente “no se automedique, no se automedique”, no tiene sentido. Más bien el mensaje debe ser: conozca esa sustancia que tiene al frente, sus efectos secundarios, sépala consumir, revise cuáles son sus interacciones. Por ahí va nuestro enfoque, porque la decisión final es individual.

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