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Aprendiendo a decirles ‘no’ a los hijos

by Ser saludables
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Los niños requieren unas pautas de crianza claras para poder desarrollar bien su autoestima, sentir que son valorados y adquirir las herramientas para socializar.

Por Lucía Vargas Posada
Psicóloga Clínica de Niños y Familia

Hay palabras que no quisiéramos tener que decirles a los hijos, y entre esa lista está el ‘no’ y más cuando es rotundo y categórico. Entonces, fluyen muchas inquietudes y preocupaciones en los padres, que parten de lo mucho que representan estas dos letras.

El NO es una palabra muy poderosa, que tiene un significado claro: negar, prohibir, limitar, parar, frustrar. Pero, no por ello debe estar alejado de la crianza de los hijos. Es necesario, y utilizado en el momento preciso y de la forma adecuada, es fundamental en el desarrollo y el fortalecimiento de la personalidad individual.

Junto con el sí son palabras básicas en la crianza, puesto que sirven para establecer el control parental que tiende a reorientar y guiar los comportamientos del niño. Decir sí entonces es mucho más fácil, pero no por ello lo más adecuado en todo momento.

El NO se relaciona con frustración y por ende produce reacciones emocionales, que se manifiestan con llanto, ira, desilusión o enfado. De ahí la importancia de saber decir ‘no’ a los niños desde muy temprana edad, para que poco a poco vayan logrando esa tolerancia a la frustración, tan valiosa para sortear las situaciones negativas a lo largo de la vida.

Pero saberlo decir, cuando se trata, especialmente, de los hijos, es un tema que para muchos padres resulta complicado. Existen varias razones por las cuales una persona tiene dificultad para decir o para aceptar que le digan ‘no’.

  1. La inseguridad. Los padres que dudan sobre si están educando bien o mal a
    sus hijos pueden caer fácilmente en la estrategia de quienes son incapaces de
    negarles algo a sus niños, sea lo que sea que pidan.
    En estos casos, cometen el error de primero decirles ‘NO’ y luego arrepentirse y
    cambiar a un ‘SÍ’ categórico, dándole gusto por temor a que se frustre, sufra o
    piense que tiene un mal padre.
  2. El miedo. Algunos padres sienten temor de producirle un daño emocional al niño si le niegan algo, si no les dan gusto, y el pensar que pueden ocasionarle ‘traumas’ en sus vidas los llevan a aceptar todo lo que quieren.
  3. Vivencias propias. Cuando los padres han pasado por privaciones o frustraciones en su infancia o a lo largo de su vida, suelen ser muy complacientes para que sus hijos no vivan lo mismo que ellos. Suelen justificar su excesiva permisividad con razonamientos tales como “pobrecito, quien sabe cómo le tocará cuando crezca”; “¿si tengo para darle de todo, por qué no hacerlo?”.
  4. Temor al qué dirán. En este caso, se le dice al niño que sí a muchas de sus peticiones y caprichos por no quedar mal frente a los familiares y amigos. Son padres que viven más pendientes de la opinión de otros que de hacer bien su papel de educadores.

 

Todo tiene sus efectos

Es muy importante que los padres sepan afrontar cada situación y que actúen a partir de analizar los pros y contras de cada momento y no basados en sus propios prejuicios o sinsabores.

Habrá momentos en que el SÍ sea la clave; en otros, tocará un NO, así sea rotundo. En el caso de preferir siempre darles gusto, es importante saber que esto puede tener consecuencias. El niño se acostumbra a conseguir como sea la satisfacción de sus deseos, valorando poco lo que recibe de sus padres y manteniendo una pobre capacidad para tolerar la frustración.

¿Qué hacer?

Es bien sabido que los humanos necesitamos una educación mediada por pautas claras de comportamiento, por reglas estables y donde exista coherencia entre las ideas, principios y valores que se transmiten en el proceso de socialización y las exigencias y actividades propias del grupo social al cual pertenecemos. Esto mismo se aplica en la familia.

Deben existir mensajes claros y coherencia en cuanto a qué se permite y es correcto y qué no. El niño crece mejor cuando sus padres utilizan un NO creíble y le ponen límites claros desde muy pequeño, porque así interioriza la imagen de líderes estables, que saben decir que NO a algo, con firmeza pero al mismo tiempo con afecto.

¿Qué es recomendable?

  1. Antes de decir NO, analizar la situación a fondo y definir si es posible
    sostener ese NO frente a su hijo. Si cree que le resulta imposible, mejor
    dígale: “déjame pensar un momento”, y una vez que esté seguro, dele la
    respuesta. Esto es mucho más sano que decirle que NO y luego cambiar a un SÍ, o viceversa, porque él sentirá que nunca hay reglas claras y que sus padres son indecisos e inseguros.
  2. Tenga presente que los niños requieren unas pautas de crianza claras para poder desarrollar bien su autoestima, sentir que son valorados y adquirir las herramientas para socializar y pertenecer al grupo social en el que viven. Si no tienen bien interiorizado el significado de un ‘NO’ en el medio familiar, van a tener dificultades en el colegio y en otros grupos sociales.
  3. Los niños necesitan la experiencia de una sana frustración. Esto les ayudará a fortalecer su personalidad y a ser capaces de enfrentar desafíos, superar miedos y obstáculos. Por eso, permítales la experiencia de la sana frustración, diciéndoles ‘NO’ a todo aquello que, según su criterio, resulta negativo o riesgoso para ellos.
  4. No todo puede ser negativo. Siempre será fundamental en su crecimiento y desarrollo recibir como respuesta un SÍ a muchas cosas o actividades que favorezcan el proceso de aprendizaje y la buena adaptación del niño. Por ejemplo, un niño de 5 años, no debe hacer experimentos con pólvora o electricidad, pero sí puede experimentar con agua, tierra y arena. La respuesta debe ser clara al respecto.
  5. Analice si usted se siente culpable cuando le niega algo a su hijo y trate de saber la razón. Por ejemplo, no pasar suficiente tiempo con los hijos, puede llevarnos a aceptar todas sus peticiones durante el poco tiempo que pasamos con ellos, a manera de compensación. Y esto tiene efectos muy negativos para los niños, que pueden volverse demandantes, desconsiderados y manipuladores.
  6. Busque ayuda cuando observe que sus hijos presentan frecuentes reacciones tipo ‘berrinche’, cuando no se les puede complacer, si no controlan la ira y reaccionan con agresividad o excesivo resentimiento y si presentan conductas vengativas frente a la frustración. También, si tienen dificultad para comprender y aceptar los límites y normas tanto en el hogar como en el colegio. La falta de autorregulación empieza por problemas de disciplina y luego pueden aparecer trastornos de conducta, que en la adolescencia se vuelven problemas mayores.

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